(Leer el Evangelio según San Mateo, capítulo 13, versículos 31 al 36.)
Yeshúa Mshikha nos presenta dos parábolas que nos revelan la naturaleza del Reino de los Cielos.
Primero, Maran Yeshúa nos habla del grano de mostaza. Nos dice que el Reino de los Cielos es como un grano de mostaza que un hombre sembró en su campo. Aunque es la más pequeña de todas las semillas, cuando crece, se convierte en la más grande de las plantas, tanto que los pájaros del cielo vienen y anidan en sus ramas. Esta parábola nos enseña que el Reino de Alaha, aunque comienza de manera humilde y pequeña, tiene un potencial inmenso de crecimiento y transformación. La semilla de mostaza representa la fe que, sembrada en nuestros corazones, puede crecer y dar frutos abundantes. Esta fe, aunque parezca insignificante al principio, tiene el poder de transformar nuestras vidas y el mundo entero.
La segunda parábola que Yeshúa nos presenta es la del fermento. Nos dice que el Reino de los Cielos es como la levadura que una mujer tomó y mezcló con tres medidas de harina hasta que todo quedó fermentado. Aquí, el fermento simboliza la gracia de Alaha que actúa en nuestras vidas. Al igual que una pequeña cantidad de levadura tiene el poder de fermentar toda la masa, la gracia divina, cuando se mezcla con nuestras acciones y pensamientos, puede transformar completamente nuestro ser y nuestras comunidades. Esta parábola nos invita a ser agentes de transformación en el mundo, permitiendo que la gracia de Alaha actúe en nosotros y a través de nosotros para renovar y santificar toda la creación.
Mshikha hablaba en parábolas para cumplir lo dicho por el profeta: «Abriré mi boca en parábolas, anunciaré lo que estaba oculto desde la creación del mundo.» Las parábolas son una forma poderosa de enseñanza, ya que nos invitan a reflexionar profundamente y descubrir las verdades divinas escondidas en historias simples y cotidianas.
Después de despedir a la multitud, los discípulos se acercaron a Yeshúa y le pidieron que les explicara la parábola de la cizaña en el campo. Esto nos recuerda que, como discípulos, debemos buscar siempre una comprensión más profunda de la Palabra de Alaha. No basta con escucharla; debemos meditar en ella, buscar su verdadero significado y permitir que transforme nuestras vidas.
Somos llamados a ser como el grano de mostaza y el fermento. Estamos llamados a crecer en nuestra fe y a ser instrumentos de la gracia de Mar-Yah Alaha en el mundo. Que la Palabra de Alaha, sembrada en nuestros corazones, crezca y dé frutos abundantes. Y que la gracia divina actúe en nosotros, transformándonos y renovándonos cada día.
26 de junio de 2024